ALEXANDER FLEMING, HUESPED DE HONOR (9)

El novè dia de la visita, el 3 de juny, els Fleming, pel matí, visiten la vila de Sitges. Són rebuts a l'Ajuntament i dinen a casa d'uns col·legues

Excursión a Sitges

Durante su estancia, el sabio bacteriólogo fue declarado huésped de honor de la población.

El profesor Fleming y señora realizaron ayer por la mañana una excursión a Sitges acompañados por el concejal, señor Frouchtman; el doctor Trias de Bes y el profesor Traversi y esposa.

A su llegada se dirigieron al Ayuntamiento siendo recibido el insigne hombre de ciencia por todas las autoridades locales, celebrándose en el salón de sesiones un acto en el curso del cual el alcalde le dio la bienvenida en nombre de sus conciudadanos y le declaró huésped de honor de Sitges durante su estancia.

A continuación, los señores Fleming visitaron lo más notable de la población y admiraron la bella playa suburense.

A primera hora de la tarde les fue ofrecido un almuerzo íntimo en la residencia del doctor Frouchtman, regresando a Barcelona unas horas después.

(La Vanguardia Española, 4 junio 1948)

 


A la tarda la producir-se un dels actes més importants dels organitzats en la seva estada: rebria el títol d’acadèmic d’honor de la Reial Acadèmia de Medicina.

Hoy, en la Real Academia de Medicina

Hoy a las siete de la tarde, la Real Academia de Medicina celebrará solemne sesión en la que el profesor Sir Alexander Fleming desarrollará una conferencia sobre «La historia de la penicilina».

Durante el acto le serán entregados el título de académico de honor de la Real Corporación y una medalla conmemorativa del acto.

(La Vanguardia Española 3 junio de 1948)

La Real Academia de Medicina recibió en su sede al profesor Fleming, académico de honor, distinción reservada tan sólo a un número limitadísimo de científicos, cuya condición indispensable ha de ser la del renombre mundial. En la solemne sesión desarrollada con este motivo, el sabio inglés trazó la verídica historia, anecdótica y especulativa, de la penicilina.

La Real Academia de Medicina recibió ayer a Sir Alexander Fleming en calidad de académico de honor

En la solemne sesión, el famoso científico declaró: «He visitado muchas ciudades, pero en ninguna he recibido las aclamaciones y pruebas de afecto que me han tributado en Barcelona todas las clases sociales» «Espero que con mi visita habremos hecho algo efectivo para afianzar las relaciones amistosas entre mi patria y España»

 Llegada del descubridor de la penicilina a la Academia

La Real Academia de Medicina de Barcelona recibió ayer, en calidad de académico de honor, al sabio descubridor de la penicilina, Sir Alexander Fleming. Desde antes de las siete de la tarde el anfiteatro de la docta Corporación presentaba un aspecto impresionante, hallándose completamente ocupado por personalidades científicas, distinguidas damas y público. Además de su iluminación normal, el salón se hallaba inundado por la de los potentes proyectores que facilitaron la filmación del solemnísimo acto por los servicios de NO-DO.

A las siete y cuarto de tía tarde llegó a la puerta: del edifico el automóvil del Consulado británico en que iban el doctor Fleming y su esposa, que fueron recibidos a la puerta de la Academia por el presidente accidental de la misma doctor Colomina y los académicos de la Comisión de recepción, doctores Conill, Rocha, Trias de Bes, Soler Dopff y Roig Raventós.

A la esposa del sabio investigador le fue ofrecido un magnífico ramo de rosas con los colores de la Academia y pasó a ocupar su lugar reservado en el anfiteatro, mientras su esposo aguardaba unos momentos en la Biblioteca de la Real Academia.

La sesión académica
La presidencia, y personalidades asistentes

La sesión pública empezó poco después constituyéndose la presidencia de la siguiente forma: Ocupó el sillón presidencial el doctor Colomina, quien tenia a los lados a los doctores García Tornel, presidente del Colegio de Médicos, y Suñé Medán, secretario de la Academia. También estaban en la presidencia el rector de la Universidad señor Luño Peña., y el reverendo Tarres, en representación del obispo.

Ocupaban sus sillones de académicos, además de los integrantes de la Comisión de recepción, los doctores Terrades, Sanz Ricart, Piujiula, Morales Llorens, Bartrina, González Juan, Nubiola, Martínez Vargas, Cardenal, Salamero, Salvat Espasa, Oliver Rodés y Casadesús.

Se hallaban, presentes el doctor García Dié, director del Hospital del Sagrado Corazón; Vanirell Cruells, director del Hospital de Nuestra Señora de la Esperanza; Esquerdo, jefe de servicio del Hospital de la Santa Cruz; Tomás Alvaro, jefe de servicio del Hospital de la Cruz Roja; Carreras, jefe del Servicio Municipal de Dermatología; Cuenca Cortina, profesor-jefe de equipo quirúrgico; Lucena, decano del cuerpo médico municipal; Serra Ravert, jefe de los servicios de Asistencia de la Diputación; Escardó, presidente del Instituto Médico-Farmacéutico; Roviralta, presidente de la Asociación de Pediatras; los jefes de servicio del Hospital Municipal de Infecciosos doctores Isamat, Salarich, Sarrias, Borbonet, Sala Ginebreda y Miserachs y, entre otros muchos, los doctores Montón, Ballesta, Dulanto y Cambra Alberti.

El doctor Fleming entra en e1 salón
Discurso del doctor Colomina

Alrededor de las siete y media hizo entrada en el anfiteatro Sir Alexander Fleming, que vestía de frac con corbata negra. Todos los asistentes se pusieron en pie y le tributaron una interminable ovación, a la que correspondió el sabio desde su sillón, muy emocionado.

Acallados los aplausos, hizo uso de la palabra el presidente de 1a sesión, doctor Colomina. Dijo que en los doscientos años de existencia de la Academia, nunca un sabio de la categoría de Fleming la había honrado con su presencia y pertenencia a la misma, pese a los muchos y eminentes hombres de ciencia habían desfilado por ella. Hizo historia del desenvolvimiento de las vacunas y sueros a partir de Jenner, cuyos métodos fueron apoyados en España por el Príncipe de la Paz, y se refirió también a Líster, introducido por Salvador Cardenal. En 1935-36 el mundo conoció el gran hallazgo de las sulfamidas, y durante la última y reciente guerra mundial. Fleming dio a conocer su descubrimiento de la penicilina, de la cual se ha dicho que ha salvado tantas vidas como seres fueron arrebatados a ella por la Gran Guerra. Hizo votos para que la ciencia médica prosiga el sacrificado y luminoso camino de las investigaciones al servicio de la Humanidad doliente.

La conferencia del insigne investigador
Versó sobre «La historia de la penicilina»

El presidente concedió la palabra al doctor Fleming, que se dirigió al atril dispuesto encima de la mesa operatoria del doctor Gimbernat, siendo nuevamente ovacionado con entusiasmo.

Hecho el silencio. Sir Alexander Fleming comenzó, en inglés, la lectura de su conferencia sobre «La historia de la penicilina». Leyó las primeras cuartillas de la misma y cedió la palabra al doctor Trías de Bes, que prosiguió la lectura de la conferencia en español, según la versión realizada por el académico doctor Soler Dorpp.

A través de la disertación, expuso el proceso de la penicilina. Sentó los motivos por los que este fármaco es considerado como antibiótico y los fundamentos de su etimología, derivada del germen de procedencia, el hongo «penicillium notatum». Y a este propósito, describió la morfología y biología del «notatum».

Comentó donosamente las falsas anécdotas que han circulado en relación al descubrimiento de la penicilina; y concretó que estando en 1928 dedicado al estudio del estafilococo, fue accidentalmente contaminado el cultivo de este germen por un esporo de «penicillium» que originó una colonia, hecho que no es infrecuente en los trabajos de laboratorio. Y en este caso, el hongo provocó el fenómeno de que todas las colonias de estafilococos que limitaban con la del «penicillium»daban la impresión de que tendían a desaparecer por fusión. Ante este hecho, procuró conseguir un cultivo puro del hongo protagonista del fenómeno, propósito que fue conseguido.

Estableció el paralelismo que en términos generales puede apreciarse entre el lisozima y los cultivos de «penicillium»; y señaló que mientras la enzima de procedencia orgánica- muestra su tendencia a inhibir microbios saprofitos, no patógenos para el hombre, los hongos actúan preferentemente sobre microbios patógenos, a través de una sustancia bacterioestática selectiva para gérmenes responsables de muchas enfermedades.

El doctor Fleming expuso los diversos momentos por los que a partir del cultivo puro de «penicillimm» llegó a coronar el proceso.de la penicilina, producto que a diferencia de los antisépticos hasta ahora usados en la terapéutica infecciosa, posee tan sólo acción letal para los agentes patógenos con inmunidad para los leucocitos y demás células orgánicas.

A continuación, hizo un estudio detallado de los capítulos referentes al medio y método de cultivo y a la naturaleza del hongo empleado para la producción de penicilina; y concretó que sólo debe ser .empleado este fármaco en las infecciones debidas a un microorganismo sensible al mismo. Que debe utilizarse empleando una vía de administración que permita un contacto efectivo de la sustancia con los microorganismos infectantes; que debe ser empleada en cantidad suficiente para provocar la destrucción de los mencionados microorganismos; y que el tratamiento debe ser proseguido hasta que la infección haya sido vencida, norma ésta que requiere un criterio cuidadosamente considerado, ya que el plazo -de administración puede variar desde unas horas hasta muchas semanas, según las características o peculiaridades del caso clínico sometido a tratamiento.

Finalmente se refirió o la estreptomicina y dijo que aunque no carece de acción tóxica y sólo resulta eficaz contra ciertas formas de tuberculosis, ha demostrado que el bacilo de la tuberculosis no es completamente inmune al atasque de los quimioterápicos. Estamos sólo en el comienzo del estudio de los antibióticos. El biólogo y el químico pueden descubrir nuevas substancias que venzan muchas de las infecciones contra las cuales hoy nos sentimos relativamente impotentes.


El ilustre hombre de ciencias recibe su nombramiento de académico de honor

Una vez finalizada la lectura de la conferencia, acogida con grandes aplausos, el presidente dio lectura al artículo 11 de los Estatutos de la Real Academia de Medicina, que permiten el nombramiento de académicos honorarios (tres españoles y seis extranjeros), siempre que recaiga en sabios de universal renombre. Por consiguiente, la Academia acordó investir como académico de honor a Sir Alexander Fleming el día 30 de abril último.

En medio día una emoción extraordinaria, muy visible en el sabio investigador británico, el doctor Colomina procedió a entregar al doctor Fleming el diploma en que consta el acuerdo y la medalla conmemorativa de su ingreso, con las armas de la Real Academia y las de Barcelona, y la pertinente dedicatoria al insigne descubridor de la penicilina.

Palabras de gratitud
«Espero que mi conducta futura justifique la elección que habéis hecho»

Sin que decayeran un solo instante las ovaciones, una vez recibidos la medalla y el diploma que le acreditan de académico de honor, el doctor Fleming pronunció unas breves palabras de agradecimiento, que fueron después traducidas por el presidente.

El nuevo académico de honor agradeció profundamente la recepción de que se le hacía objeto. Recordó con cuanto agrado había acogido el profesar unas conferencias e inaugurar un departamento de investigación en el Hospital de Infecciosos así como el anuncio de haber sido elegido académico de honor por esta secular y honorable corporación. «Aprecio como se merece tan significado honor—dijo— y espero que mi conducta futura justifique la elección que habéis hecho. Si la notoriedad que he alcanzado a través de la Prensa después de los sesenta años la hubiera obtenido hace diecinueve, cuando descubrí la penicilina, ya sabría cómo comportarme; pero ahora me es todavía muy difícil». Explica que su apacible vida investigadora se ha visto convertida en la presente de agitación, que tiene sus compensaciones al conocer personas interesantes y visitar países. «He visitado muchas ciudades; pero en ninguna he recibido las' aclamaciones y las pruebas de afecto que se me han tributado en Barcelona

por todas las clases sociales. Puede que todo esto sea excesivo, pero hace que un ser normal se sienta feliz al comprender que ha sido apreciado el trabajo de toda su vida. Espero que con mi visita a Barcelona y con tantas amabilidades; habremos hecho algo efectivo para alianzar las. relaciones amistosas y culturales entre mi patria y España.

Ovaciones en la calle

El entusiasmo del auditorio se desbordó. En medio de los académicos y del público, el doctor Fleming y su esposa, profundamente emocionados, salieron del anfiteatro y alcanzaron el coche, acomodándose en el mismo.

Al arrancar el vehículo, todavía sonaron fuertes y prolongados aplausos y se vio cómo, a través de las ventanillas, el sabio británico seguía saludando para corresponder a tan efusiva manifestación de admiración.

Cena ofrecida por los médicos barceloneses

Deseoso el Cuerpo médico de Barcelona de expresar al profesor Fleming su homenaje, se organizó par la noche una cena de camaradería ofrecida por los médicos barceloneses a su ilustre colega inglés, que tuvo lugar en un animado restaurante de verano.

Al finalizar la cena estuvo presente en el mismo local la ex Reina de Italia, María José, quien mostró deseos de trasladarse a la mesa de Sir Alexander Fleming para saludarle. Noticioso de ello el profesor, se dirigió inmediatamente a la mesa de la egregia dama, saludándola con gran cortesía y manteniendo con ella, durante unos minutos, una animada conversación.

La fiesta en honor de Sir Alexander Fleming se prolongó hasta la madrugada.

(La Vanguardia Española, 4 junio 1948)

 

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada