ALEXANDER FLEMING, HUESPED DE HONOR (11)

Dissabte 5 de juny de 1948 Fleming inaugura el Departament d'Investigacions a l'Hospital d'Infecciosos. 

"Sir Alexander Fleming centró, como en días anteriores, una importante parte de la actualidad de la jornada al presidir, con el alto prestigio de su sabiduría y de su modestia, la inauguración del Departamento de Investigaciones de Patología Tropical del Hospital Municipal de Infecciosos, centro de estudios científicos, al que la función que desempeñará y las personalidades médicas que impulsan su acción, lo colocarán entre los primeros centros de su género en el campo de las enfermedades tropicales, extenso campo de la Medicina que afecta dé manera, importante a algunas regiones españolas.

Por la noche, el Ayuntamiento recibió en sus históricos salones al insigne descubridor de la penicilina y en ellos, infundiendo cordialidad y calor a los rituales protocolarios, se le rindió un homenaje de admiración en nombre de la ciudad, al que el sabio bacteriólogo correspondió con emocionadas palabras de gratitud.

La estancia de Sir Alexander Fleming. Ayer inauguró el Departamento de Investigaciones de Patología tropical, y fue agasajado por el Ayuntamiento con una cena en su honor.

En el Hospital Municipal de Infecciosos

Asistieron el profesor Fleming, el gobernador civil, el alcalde y significativas personalidades médicas. 

En el Hospital Municipal de Infecciosos tuvo efecto ayer, al mediodía, la inauguración del Departamento da Investigaciones de Patología Tropical.

Asistieron al brillante acto el insigne profesor sir Alexander Fleming, el gobernador civil, doctor Baeza Alegría; el alcalde, señor barón de Terrades; el teniente de alcalde, delegado de Sanidad, doctor García Tornel; el concejal doctor Froutchman; el jefe provincial de Sanidad, doctor Bardajín; el diputado provincial, doctor Sanchez Lucas; el decano de la Facultad de Medicina, doctor don Máximo Soriano; el director del Instituto. Británico, Mr. Derek Traversi; e1 director del Hospital, doctor don Luis Trías de Bes, con los miembros del Cuerpo facultativo, doctores Salarich, lsamat, Sarrias, Sala, Ginebreda, Borbonet y Miserachs; el director del Hospital del Sagrado Corazón, doctor García-Diz; el del Hospital de Nuestra Señora de la Esperanza, doctor Vatrell Cruells; el decano de los Servicios de Asistencia Municipal, doctor Lucena, y otros muchos.

Palabras de los doctores Trías de Bes y Garcia Tornel

El acto se desarrollo en el «auditorium», rebosante de personalidades medicas y culturales.

En primer lugar, hizo uso de la palabra el doctor Trías de Bes, el cual puso de relieve su reconocimiento al alcalde y demás miembros del Ayuntamiento, y también de un modo especial al doctor García Tornel, por sus esfuerzos en pro de la construcción del edificio, que constituye la máxima ilusión del Cuerpo facultativo del Establecimiento y que pasa a convertirse en una magnífica obra ciudadana. Destacó que evidencian la adhesión de la ciudad a esta tarea científica y municipal las tres primeras becas de estudios otorgadas para dicho Departamento; la primera, de don Francisco Cambó, á través de sus cláusulas testamentarias; y las restantes, de don Jacinto Vendrell y don Francisco Samaranch, beneméritos industriales barceloneses. Dedicó un recuerdo al profesor Nauch, de Hamburgo, a cuya iniciativa débese la edificación del pabellón, y, finalmente, dirigió unas palabras a sir Alexander, precisando que nadie mejor que él podía inaugurar la nueva Institución.

Le siguió en el uso de la palabra el doctor García Tornel que analizó la obra sanitaria llevada a cabo por el Ayuntamiento, y exaltó la figura vigorosa del profesor Fleming, huésped de honor de Barcelona, que tanto honraba la ciudad inaugurando personalmente el nuevo Departamento de Investigaciones de Patología Tropical.

Discurso del profesor.

Seguidamente habló el profesor Fleming señalando que todo hospital precisa de un laboratorio de investigaciones especialmente un establecimiento de enfermos infecciosos. Dicho laboratorio es una garantía de seguridad y de eficiencia y, refiriéndose a la experiencia personal que tiene de esta clase de instituciones, recordó las vicisitudes del Laboratorio de Wright-Fleming, del hospital de Santa María de Londres, y de cómo los adelantos científicos exigieron mayor capacidad y cómo gracias a tos trabajos de investigación se consiguió ahorrar muchas sufrimientos en diferentes tratamientos.

Agradeció, por último, el honor que se le ha conferido asistiendo a la inauguración del cuya construcción no duda será justificada por las tareas que en el mismo desarrollen loe investigadores.

Las palabras del eminente bacteriólogo, cuya versión española fue leída por el doctor don Dionisio Montón, fueron rubricadas con una extraordinaria salva de aplausos.

El gobernador civil elogia la labor sanitaria del Ayuntamiento

Cerro el acto el gobernador civil, doctor Baeza Alegría, el cual dijo que cumplía un grato deber rindiendo homenaje a la labor ea/nitarda del Ayuntamiento, de la que es un magnífico exponente el nuevo pabellón, cuya felicitación hizo extensiva al doctor Trías de Bes y sus colaboradores.

Subrayó la presencia del profesor Fleming, de quien —dijo— «se han dicho estos días tantas cosas que yo, como primera autoridad civil de la provincia, sólo puedo afirmar que rara vez ha sido posible apreciar tanto entusiasmo, tanto afecto sincero en torno a una personalidad como ocurre en torno suyo».

Más que al genio, más que al descubridor de la penicilina e insigne bienhechor de la Humanidad, su figura humana, ejemplar, del sabio que a su grandeza sabe unir la humildad, es la que despierta a su paso este clamor popular.

Pidió a Dios finalmente que ilumine la inteligencia de cuantos hombres se reúnan bajo aquel techo con el fin de que sepan trabajar por el progreso de las ciencias médicas, t

Al terminar sus palabras la nutrida concurrencia ovacionó durante largo rato al doctor Baeza Alegría.

Un busto del sabio bacteriólogo

Seguidamente se procedió, en el vestíbulo, al descubrimiento de urna lápida-placa conmemorativa del acto y un busto de Sir Alexander, obra del escultor Benedito, tras lo cual el sabio bacteriólogo y las autoridades y personalidades asistentes visitaron las dependencias del muevo edificio, que consta de tres plantas, con cuatro secciones de investigación; bacteriología, inmunización, anatomía patológica y parasitología; sala de conferencias, biblioteca y archivo, y unas salas destinadas para animales de experimentación.


La visita terminó a la una y media de la tarde, siendo despedidos el profesor Fletming y las autoridades con nutridos aplausos de todos los asistentes y personal del establecimiento.

 (La Vanguardia Española, 6 junio 1948)

A la tarda s'organitza una festa folclórica al Poble Español. 

El próximo sábado, fiesta folklórica en el «Pueblo Español»

El próximo sábado, a las cinco y media de la tarde, se celebrará en el Pueblo Español, organizada por el Ayuntamiento, una fiesta folklórica en honor de Sir, Alexander Fleming.

(La Vanguardia, 3 de junio 1948)
 
 

Uno de los últimos actos celebrados en nuestra ciudad, en homenaje al sabio profesor Sir Alexander Fleming, fue la fiesta popular en el en el Pueblo Español de Montjuic, en la que Barcelona le testimonió cordial simpatía y efecto.

(Foto Pérez de Rozas, La Vanguardia, 8 de junio de 1948)

 

A l'Arxiu Fotogràfic del Centre Excursionista de Catalunya hi ha una sèrie de fotos  realitzades per Enric Mateu i Bordas

A la nit té lloc un sopar en honor a Fleming al Saló de Cròniques de l'Ajuntament. El científic pronuncia unes sinceres paraules de gratitut a la ciutat que l'acull.

Anoche, en el Salón de las Crónicas
Cena en honor ilustre huésped

El Ayuntamiento de Barcelona ofreció anoche una cena de gala en honor de Sir Alexander Fleming, huésped de honor de la ciudad durante su estancia en la misma.

Poco antes de las oraos de la noche llegó al Palacio de las Casas Consistoriales el sabio descubridor de la penicilina acompañado de lady Fleming y fue recibido al pie de la escalera de honor, por el jefe de Ceremonial del Ayuntamiento que le condujo a la galería gótica donde esperaban el alcalde barón de Terrades y los tenientes de alcalde de nuestro Ayuntamiento. Cambiados los saludos de rigor, e barón de Terrados invitó a Sir Alexander Fleming y esposa a pasar a los salones de la Alcaldía donde esperaban ya todas las autoridades y demás invitados a la cena de gala. El doctor Fleming saludó a todos los presentes y departió con ellos durante unos minutos, transcurridos los cuales se organizó la comitiva que precedida por varios números de la Guardia Urbana de gran gala, se dirigió atravesando el Salón de Ciento al salón de las Crónicas donde iba a celebrarse el banquete.

En el expresado salón se hallaba dispuesta la mesa, ornada de flores y candelabros de plata, alrededor de la cual según el protocolo previamente establecido, tomaron asiento todos los invitados. Se formaron dos presidencias, una de las cuales la ocupaba el alcalde, que tenía a su derecha a lady Fleming sentándose en la otra Sir Alexander Fleming.

A ambos todos del alcalde y de la señora de Fleming se sentaron el gobernador militar, general conde de Almodovar; el presidente de la Academia de Ciencias Médicas, Dr. D. Agustín P. Pons; teniente de alcalde, señor Vergonós, teniente de alcalde barón de Esponellá; señora de Carulla; diputado provincial y catedrático, doctor Sánchez Lucas;  Señora de Hobson; rector de la Universidad, don Enrique Luño; señora de García-Tornel;  teniente de alcalde, señor Azcoitia; señora de Llopis; teniente de alcalde, señor Ribas Seva;  señora de Azcoitia;  presidente del Colegio de Médicos y teniente de alcalde don Lorenzo García-Tornel; señora de Bardaji; presidente de la Real Academia de Medicina, señor Corominas; señona de Janer; decano de la Facultad de Medicina, doctor Soriano; señora de Salarich y señor Olano.

En el lado de la mesa qué presidía el doctor Fleming, tomaron asiento el director del Hospital de infecciosos, doctor Trías de Bes; señora de Sánchez Lucas; concejal señor Canes y esposa; teniente de alcalde don Tomas Carreras Artau; señora de Trías de Bes; jefe provincial dé Sanidad, doctor Bardají; señora, de Vergoñós: presidente de la Diputación, don Antonio María Llopis; señora de Frouchtman, señora de Ribas Seva; gobernador civil, doctor don Eduardo Baeza; señora de Carreras Artau; general jefe de Sanidad; señora de Olano; cónsul general de la Gran Bretaña, señor Hobson; teniente de alcalde señor Trias; señora de García Ramal; director del Hospital Clinic, doctor Carulla, y presidente del Colegio de Farmacéuticos.

En las mesas transversales que formaban una doble «T» con la central, se acomodaron el jefe nacional del Sindicato del Metal y concejal del Ayuntamiento, don Enrique García Ramal;  los doctores Lucena, Rodríguez Arias, Soler Dopíf,. Montón, Caralps, Salarich, Frouchtman y Bassas; concejal señor Enériz; secretario de 1a Corporación Municipal, don Enrique de Janer, y los directores de los periódicos y agencias informativas de Barcelona.

La exquisita cena transcurrió en un ambiente de gran cordialidad y fue amenizado por una orquesta de cuerda que interpretó selectas composiciones.

El alcalde ofrece el agasajo

“España espera que el mundo se dé cuenta del exacto significado de esta visita»

Al servírse los postres, el alcalde de la ciudad, barón de Terrades, se levantó e hizo uso de la palabra. Dijo, en primer lugar, que Barcelona se sentía profundamente satisfecha de la visita de Sir Alexander Fleming, así como del general respeto y entusiasmo que la presencia del sabio descubridor de la penicilina ha producido en todas las clases sociales, que han rivalizado en demostrar al profesor Fleming su afecto y su gratitud.

Se refirió también el barón de Terrados con singular cariño a los servicios de Sanidad municipal, que dirige el Dr. García Tornel, el prestigio de los cuales había movido al doctor Fleming a aceptar la invitación de visitar Barcelona que los mismos le habían cursado y subrayó que los españoles; particularmente sensibles a los sentimientos de gratitud, no olvidarán con facilidad la deferencia de esta visita, en correspondencia a la cual España, espera que el mundo se dé cuenta del exacto significado de la misma. Finalmente, en nombre de la ciudad de Barcelona, ofreció al profesor Fleming, una maravillosa placa realizada en esmaltes por la Escuela Masana, que representa el Descendimiento de la Cruz y al pie de la cual, en una plaquita de oro, consta la inscripción «Barcelona; a Sir Alexander Fleming».

Grandes aplausos de los presentes subrayaron las palabras del alcalde de Barcelona, mientras el doctor Fleming recibía y admiraba, la espléndida obra de arte que le regala la ciudad.

A continuación el director del Instituto Británico, señor Derek Traversi, tradujo al inglés el discurso del  barón de Terrades.

Seguidamente se levantó el Dr. Fleming, quien pronunció el siguiente discurso, posteriormente leído en español por el doctor García Tornel:

Emotivo, discurso de Sir Alexander Fleming

«Vuestro valioso presente quedará con nosotros y nos recordará siempre vuestra maravillosa Barcelona»

«Señoras, señores: Les agradezco en nombre de mi esposa y en el mío propio, las palabras que acabo de escuchar y la gentileza con que ustedes me han acogido.

¿Por qué estamos en Barcelona? Porque un esporo de un moho contaminó uno de mis cultivos bacterianos y dio la llave para el descubrimiento de la penicilina.

¿De dónde vino el esporo?:- Nadie lo sabe.

¿Quién quería que dicho esporo contaminara el cultivo? Nadie.

Fue, sencillamente la suerte, que hizo que un espero preciso contaminara un cultivo preciso en un momento también preciso, fue también la suerte quien retrasó el desarrollo de la penicilina hasta el momento en que nos vimos arrastrados a una gran guerra, cuando su producción podía desenvolverse con una rapidez que difícilmente se habría conseguido en tiempo de paz.

La suerte ha jugado un papel cierto en la historia de la penicilina, como lo ha jugado, en cierto modo, en la vida de todos nosotros y, posiblemente, mientras nosotros nos imaginamos tener el control de nuestros destinos, no somos, en verdad, más que sencillos peones movidos por un poder superior que regula este juego de ajedrez al que llamamos vida.

Hemos sido huéspedes del Ayuntamiento de Barcelona durante diez días y en todo este tiempo hemos recibido constantemente el cariño de los barceloneses, hasta el extremo de llegar a ser embarazoso para nosotros en algún momento.

Nos recibieron en el aeropuerto personalidades importantes, Pero esto ya nos ha pasado en otras ciudades. Nos alojaron en un hotel extremadamente cómodo, pero esto también nos ha ocurrido en otras capitales. Hemos comido bien, muy bien, a veces demasiado bien, pero también ésto lo hemos disfrutado en algún otro país. Lo que nunca nos había ocurrido todavía en ciudad alguna, de las muchas que hemos visitado, es la demostración espontánea de cariño por parte de todas las clases, sociales que ha tenido lugar en Barcelona.. Creo que se manifestó por, primera vez en la Rambla de las Flores, en vuestro bello mercado de flores, pero se ha ido repitiendo en todas partes: en la Plaza de San Jaime, en el Estadio, en la Plaza de Toros, en el Frontón, en vuestra Real Academia de Medicina, en la Universidad, en el Hospital Municipal de Infecciosos, en las calles y, por último, en el Pueblo Español. Esta demostración espontánea de afecto es, seguramente, el mejor recuerdo que nos llevamos de nuestra visita a Barcelona. Puedo aseguraros que queda firmemente grabado en nuestros corazones y será para nosotros inolvidable.

Y, aparte de estas demostraciones de cariño, ¡cuántos obsequios materiales hemos recibido! Creo recordar que empezó con las amables y simpáticas floristas de vuestras Ramblas y desde entonces los obsequios no han parado. Y ahora, en esta misma noche, nos han obsequiado con esta bellísima y magnífica placa de esmalte, Es, sin duda, demasiado, pero lo agradecemos cordialmente al Ayuntamiento de Barcelona.

Vuestro valioso presente quedará con nosotros y nos recordará siempre vuestra maravillosa Barcelona.»

Las palabras del genial microbiólogo británico fueron acogidas con una extraordinaria ovación, que se prolongó durante unos minutos.

Después de servido el café, los comensales abandonaron el Salón de las Crónicas y se distribuyeron en grupos por el Salón de Ciento y la galería gótica del Palacio Consistorial.. A requerimiento de muchos de los asistentes, el doctor Fleming firmó las artísticas minutas distribuidas por el Ayuntamiento a los invitados, hasta que alrededor de la una de la madrugada el ilustre investigador se despidió del alcalde y autoridades, reiterando de una manera efusiva al barón de Terrades el inolvidable recuerdo que guardará de Barcelona".

(La Vanguardia Española,  6 de junio de 1948)

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