Així ho explicava La vanguardia española al día següent:
Un brillante servicio iniciado por
las fuerzas de la Guardia Civil sobre la frontera, de España con Francia, en
la provincia de Gerona, ha dado como feliz resultado la muerte del tristemente famoso
Francisco Sabater Llopart (...) la Guardia Civil, tras destruir la
banda que, capitaneada por Sabater, acababa de entrar en España (... ) inició la persecución del forajido, único superviviente de los cinco
bandoleros cuyo, último destino parecía ser de nuevo la ciudad de Barcelona, a
la que pretendían hacer
víctima de sus actividades terroristas.
Los servicios se montaron con un
buen despliegue de medios y de acuerdo con las más exactas normas de seguridad.
Quizá sabiéndolo así, Sabater no
intentó ganar nuevamente la frontera, obstáculo duro de salvar habida cuenta de
la nieve acumulaba y la herida que sufría el bandolero, lo que evidentemente le
ponía en graves condiciones de inferioridad con las unidades de vigilancia, sino
que optó por llegar hasta la capital barcelonesa, tal vez con el propósito de ocultarse
más seguramente en la urbe, que tan bien conocía.
Huyendo de la Benemérita,
Francisco Sabater fue a ocultarse, antes de amanecer el día de ayer, en las
proximidades de la estación de Fornells, donde se escondió esperando la
detención de alguno de los trenes que circulan por esta línea. De acuerdo con
su propósito subió a la máquina del convoy número 1.104 que partiendo de Port
Bou a las cuatro de la madrugada llega a Barcelona sobre las nueve de la
mañana. Poco después Sabater encañonaba con su metralleta al maquinista y al
fogonero y los conminaba a que prosiguiera
la marcha del tren sin detenerse en estación alguna hasta un lugar próximo a
Barcelona, que él determinaría en el momento oportuno. Esta pretensión suicida
llevó al conductor del tren a hacerle notar la imposibilidad de lograr tal
objetivo debido a la exactitud que rige en los horarios de la circulación
ferroviaria, lo que provocaría que el convoy acabase hallando en su camino otro
de encontrada marcha, causando la catástrofe consiguiente o, al menos, la detención
del tren.
Las razones expuestas por el maquinista
hicieron que Sabater desistiese de su primitivo plan. Hubo un momento de particular
dificultad para el atracador al llegar a la estación del Empalme y realizarse
allí el habitual cambio de locomotoras sustituyendo la de vapor por la
eléctrica. De la manera más discreta posible el Sabater acompañó a maquinista y
fogonero a ocupar sus puestos en la nueva máquina, sin dejar de
encañonarles encubiertamente con la metralleta. Sin embargo, esta operación fue
advertida por el jefe de estación, quien dio cuenta de la salida del tren en
insólitas circunstancias. La Guardia Civil lo comunicó a sus servicios y, como
consecuencia, se montó la correspondiente vigilancia a lo largo de toda la
línea.
El hecho de observar vigilancia en
las estaciones del trayecto hizo que Sabater decidiera abandonar el tren no en
una estación cualquiera, sino antes de
llegar alguna de ellas, eligiendo la de Sant Celoni, a cuya entrada obligó al
conductor del convoy a disminuir la marcha, lanzándose seguidamente a campo a
través para alcanzar las casas del pueblo, muy cercanas.
(...)
En tanto el tren se detenía en la
estación y el maquinista y el fogonero se apresuraron a dar cuenta de los
hechos a las fuerzas de la Guardia Civil y del somatén, ya alertadas según indicamos
anteriormente. Acto seguido se movilizaron las mismas en busca del forajido.
FIN DE UN BANDOLERO
San Celoni, 5, 12 noche. (Crónica de
nuestro redactor, enviado especial.) «Eran cerca de las ocho de la mañana,
cuando el teléfono despertó al sub-cabo del Somatén, don Abel Rocha Sanz, un
soriano de 38 años afincado en San Celoni. La llamada procedía del sargento de
la Guardia Civil, comandante del puesto, don Antonio Martínez Collado, quien
solicitaba la ayuda del Somatén para organizar la posible persecución del
bandolero Francisco Sabater Llopart, pues se tenía noticias de que viajaba en
el tren expreso que procedente de Port Bou se dirigía a Barcelona, con probable
parada en San Celoni.
El convoy redujo marcha antes de
entrar en la población, presionado el maquinista por el Sabater, momento que
aprovechó el forajido para apearse de la locomotora, a la que había subido en
la localidad de Fornells, cercana a Gerona.
Conocida la presencia del
malhechor en la villa de San Celoni se emprendió su búsqueda por el núcleo
urbano.
El Sabater, herido en un pie y en
la nalga izquierda, vestía un mono azul, cerrado hasta el cuello por una
cremallera, y era portador de una metralleta «Thompson», de calibre 45, y una
pistola «Colt» del mismo calibre, aparte de abundante cantidad de municiones.
Cojeando visiblemente, el bandolero se adentró por solitarias calles del
pueblo, logrando, dado la temprana hora, pasar desapercibido del vecindario.
Mientras, el sargento Martínez
Collado distribuía por la población los dos guardias civiles que en aquel
momento disponía, al tiempo que él, con los dos somatenistas, don Abel Rocha
Sana y don José Sibina Morrull, emprendía la busca del Sabater por las calles
de la localidad.
El Sabater, en un intento de
huida, atravesó la población, llegando a la parte opuesta a la estación,
recorriendo en desesperada fuga cerca de un kilómetro. Al llegar al final de la
calle de San José, el Sabater, posiblemente con intención de cambiar de
indumentaria y de reponer sus maltrechas fuerzas, penetró en una casa, cuyo
propietario, al apercibirse de que quien pedía asilo era portador, debajo del
mono, de una metralleta, se opuso a que el intruso siguiera en su domicilio,
entablándose un duro forcejeo y saliendo a la calle los dos. Al tiempo que
aquél asía con fuerza la metralleta del Sabater, impidiéndole disparar, daba fuertes
gritos de socorro, que fueron oídos por el sargento Martínez Collado y los
somatenistas Abel Rocha y José Sibina, los cuales acudieron rápidamente.
Localizado el Sabater, el sargento
de la Guardia Civil dispuso que el sub-cabo del Somatén avanzara por una calle
adyacente, mientras él, con el otro somatenista, le atajaba el paso.
Abel Rocha, provisto de un fusil
ametrallador automático, apercibió al doblar una esquina al Sabater en lucha.
El criminal, rodilla en tierra,
esgrimió el «Colt» del 45; y al acercársela el sub-cabo del Somatén consiguió,
pese a la oposición del heroico vecino con quien luchaba, disparar contra Abel
Rocha, hiriéndole en la pierna derecha. Abel Rocha, pese a sentirse herido,
repelió la agresión con una ráfaga de fusil ametrallador, disparando en sentido
de abajo arriba para evitar herir con sus disparos al vecino que en aquel
momento se había visto obligado a soltar la metralleta del Sabater.
Eran las ocho y veintisiete
minutos. En la encrucijada de la calle Mayor con la de Santa Tecla, de San
Celoni, yacía ya muerto el tristemente célebre Francisco Sabater Llopart,
abrazado a la metralleta «Thompson».
Francisco Sabater ha sido enterrado
en el cementerio de Sant Celoni fuera del recinto de la tierra santa.
Sabater va ser un dels maquis, un d'aquells homes idealistes i irreductibles que, després de la fi de la guerra civil, va continuar lluitant contra el règim franquista.
Nascut a l'Hospitalet el 1915, de ben jove es sent atret per les idees anarquistes i, de professió mecànic, s'afilia a la CNT.
Durant la guerra civil lluita al front d'Aragó amb Los Aguiluchos de la FAI. Té un enfrontament amb un comissari comunista, que resulta mort i acaba a la presó d'on escapà per unir-se finalment a la Columna Durruti.
Acabada la guerra s'exilia a França, s'instal·la a Costoja, prop de la frontera. El seu pensament és tornar a la lluita i el 1944 creua per per primer cop a Espanya. A aquesta li seguiran altres. Per finançar les seves activitats realitza diversos atracaments, principalment a entitats bancàries, accions que el converteixen en un heroi per uns i en l'enemic públic número u del régim franquista. El 17 de desembre de 1960 entra de nou amb cinc companys. Són descoberts i només Sabater queda viu. Ferit i desesperat agafa un tren. Es veu obligat a parar a sant Celoni on cau mort a trets.
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